Que fortuna quien pueda decir que es amigo de los gatos, con sus independencias y vicisitudes de complejos misterios. Con sus ronroneos y jugueteos.
Son huellitas que nos persiguen por la vida. Compañeros sigilosos de nuestra sombra y vigilantes de los sueños. Confidentes silenciosos refugiados en la esquina de los secretos, exploradores de los armarios.
Peluditos amorosos, viajantes de la noche, en busca de los techos nocturnos. Conquistadores de corazones, hacedores de maromas y de alegrías compartidas, que no nos importe los rasguños y disfrutemos de sus travesuras, de la danza al bordean los pies, la libertad delicada para conquistar los cielos.
Que fortuna quien pueda decir que un gato lo ha asechado en la vida.